La paridad es un asco

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Tengo un equipo parecido al de Beyonce antes de un concierto en mi cuarto de baño.

Y un presupuesto aproximado en tratamientos.

Arranco cada año con un préstamo al banco para el crecimiento del cabello, para pestañas en 3D, sesiones de peluquería, de rejuvenecimiento facial en ampollas, en cremas efecto flash, en serums de retinol, de ácido hialurónico, de vitamina C, D, y todo el abecedario, de rosa mosqueta, de no te quedes quieta, de aloe vera, de aceite de almendras, de aceite de macadamia, de esencia de jazmín, de lavanda, de ácido glicólico, de resveratrol, de mascarillas de hierbabuena y arcilla, de sales del mar muerto; de tratamientos para el cuidado del cuello, del escote, para combatir la flacidez del sur y del norte, sesiones de manicura, pedicura, cejas, piernas, trastero.

Tratamiento tensor de esto y de aquello.

Me muevo, me muevo, me muevo, hago dieta, me mato a batidos de espinacas y agua de mar y limón para alcalinizar las células, me he leído tres veces `La enzima prodigiosa´ y tengo tres cosas: un lindo armario, una colección de fajas reductoras y la intención de guardar en mi cabeza solo los buenos ratos.

Entonces llega él.

Simple, básico, seguro y acertado.

Quince minutos antes de la hora en que hemos quedado.

Ya vamos tarde.

Se mete en la ducha.

Ni se seca después.

No sabe lo que es una triste crema en frasco.

Ni se peina.

Se pone unos vaqueros rotos, una camiseta absurda y unas chanclas que me molestan por su sencillez, y cuando sale…

es capaz de parar el tráfico en la calle y provocar atascos.

Duele.

La paridad es un asco.

1 comentario
  • Fran Cisneros
    junio 29, 2018

    Tú eres eres un tren cargado de mercancías peligrosas que nadie tiene narices a pararlo.

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