Te doy la vida entera

0

No te va a gustar. Lo sé. Pero es mi verdad, y como todas las verdades escuece como un limón, pero libera contarla.

Odio quejarme y que se quejen, y más teniendo tanto que agradecer, por eso he escrito este cuento un montón de veces y el mismo montón lo he roto de vergüenza, pero tengo que escupirlo de una vez para poder avanzar.

Y si he tardado tanto en volver a este blog es porque no he podido darme más de lo que me he dado estos nueve meses.

Siento llegar tarde a ti y a lo que espero de mí.

Y ahora que ya respiro, prometo no soltarte.

No ha sido fácil.

Ser madre es algo increíble que no puede compararse con nada. Lo vivo como una bendición, como un regalo del cielo.

Pero nadie te prepara para lo que va a venir. En realidad nadie te entrena para nada en la vida, lo haces, te adaptas y punto.

Y en mi caso he pasado, en un rato, de estar tomando un maravilloso Martini con media rodaja abrazando a mi naranja en la Toscana feliz, a hundirme después de dar a luz encerrada en casa esterilizando biberones de Dr. Brown.

A menudo pienso en la fortuna de este tipo, el Dr. Brown, igual que los del Dalsy y el Apiretal. Los imagino en su casa de las Bahamas despertándose a las 12 de la mañana sin otra preocupación que mejorar su swing. Totá, a lo que voy, que he pasado de Florencia a sacarme leche en bata, a vivir rodeada de gasas, de pomadas para las grietas del pezón, de pezoneras para que la leche de tus pechos abismales no pringue tus camisones entre toma y toma, a coleccionar sujetadores ortopédicos, fajas tristes y betadine.

Duele. No la herida, lo que duele es sentirte fea, desubicada y a veces tan sola. En las antípodas de las copas, de los trajes estrechos y de mover tus caderas bailando en vaqueros. Os echo de menos.

Y el mal de todos los males: no dormir, no dormir ninguna noche porque el pequeño emperador llora-que-te-llora. Un día y otro y otro.

Madrugadas interminables que dan para un estudio antropológico de la vida de tus vecinos por sus horas de llegada, el ruido de las salamanquesas, el crujir de los muebles del salón, de repente un búho, en fin, los ruidos de la noche, aparte claro, del llanto de tu niño que no cesa. Te vas a la terraza y te tiras al suelo, y con los pies meces el cochecito a ver si se calla porque no te queda ya fuerza en los brazos, y piensas dos cosas: una ¿qué hemos hecho? y dos, soy un trapo.

Mi padre, que como todos los padres del mundo, es sabio, pero el mío además es neurólogo y le fascina estudiar la actividad del cerebro en las horas de sueño, siempre me ha dicho, que todos los animales duermen, que es necesario el descanso para la vida, que uno puede pasar sin comer o sin beber, pero sin dormir te mueres.

Papá: no dormir juntos es lo que me está matando. Me he ido a otro cuarto con el pequeño tirano para no molestar a los que trabajan al día siguiente, pero no llevo bien este destierro. Ahora que más necesitas que te quieran, sólo te llegan guiones para papeles secundarios. Ya no eres la prota de tu casa, ahora eres la encargada de alimentos y bebidas del equipo, lo que viene siendo A Food and Beverage Manager nada más. Pero ni en inglés me gusta.

Y tu cuerpo después de tremendo esfuerzo, está descolgado, te acuerdas de tu barriga y tienes la autoestima frita. Estás agotada de dar tanto. Por eso, en estos momentos, es innecesario que te enseñen la última foto de Irina o de Alessandra Ambrosio en Instagram y que te den el día, de verdad, es innecesario.

Y tú que sueñas con lo mismo que sueña Cindy Crawford, te revuelves en tus entrañas de impotencia por no poder hacer una vida normal, tu vida. No poder hacer deporte, no poder trabajar, no hacer el amor, no dormir. Amamantar. Y valoras más que nunca lo que ahora te falta: la libertad.

Nadie lo entiende, porque la vida sigue para el resto pero la tuya se aparca para dar paso a otra mucho más importante y que te necesita todas las horas del día.

Y para las que no saben estar sin trabajar y no les gusta ir al parque a mirar al infinito mientras tu hijo se tira del tobogán, esta etapa es dura.

Te ven con el bebé y te dicen: disfruta. _` ¿que disfrute de qué?´, piensas. Tú sólo quieres dormir y llorar porque la revolución de hormonas te revienta la mente, y seré lo que tú quieras llamarme, inmadura, egoísta, mala madre… ven y encárgate tú todas las horas y luego nos contamos a solas.

Hay algo más.

El miedo.

Un miedo brutal a perder el equilibrio de tu nueva familia, te vuelves una enganchada del amor de los tuyos y te da pánico perder ese amor o perderlos a ellos o perderte tú.

Ya no eres tan fuerte. Ahora te rompes con nada.

Un drama.

Eso sí: he aprendido a moldearme el pelo con una sola mano y con la otra a mover el cochecito. A maquillarme en seis minutos, a repintarme las uñas mientras conduzco para tapar los descascarillados, a preparar una tortilla con la mano izquierda y corregir las tareas de mi hijo mayor con la derecha. A aparcar de cualquier modo. A correr. A salir pitando.

Y tu madre cuando te ve, senequista te dispara: _ `Es un bebé. ¿Qué esperabas?´.

Es demoledora, no te ayuda, pero lleva razón.

La culpa es mía, por querer recuperarme en 5 días y hacer inmediatamente todo lo que antes hacía y con un bebé. Y que estén orgullosos de ti. Y procurar hacerlo todo y hacerlo bien.

Este pensamiento te genera muchísimo estrés, te machaca y te hace infeliz. Y lo único que consigues es ir apagando fuegos en lugar de disfrutar de cada momento.

El miedo te para y la impaciencia mata.

Recomiendo cavar zanjas.

Metros y metros de zanjas campo a través. Y recoger la arena con una pala. Después de varias horas de fango, ya no sientes nada, dejas de mirarte el ombligo y te vuelves más dura.

Y un buen día, no muy lejano, tu bebé empieza a dormir y te curas.

Llega el descanso.

Y con él, la perspectiva, las ganas de amar, de reírte de ti misma, la calma, y la felicidad.

Entiendes que la vida son un montón de ratos todos necesarios: un rato para dormir, para trabajar, para tus hijos, para tu marido, para tus aficiones, para tus amigos y un rato para soñar. Pero a veces te toca volcar todos esos ratos en uno sólo, y se te salen las tripas.

Todo pasa.

Tus hormonas dejan las barricadas.

Y vuelves.

Vuelves a tu cuerpo, vuelves a hacer deporte, vuelves a tu cama, a tus vaqueros y al Martini que dejaste hace un año en un rincón de tu Toscana, y de vez en cuando, te regalan el oído con un `ereslamejormadredelmundo´ y otras cosas… y entonces todo tu esfuerzo tiene sentido.

Le miro.

A ti mi pequeño te lo escribo.

Para ti mis días, te los dedico.

Hoy hace un año que nos conocimos.

Te pegaron a mi cara piel con piel, nada más nacer, y conmigo te quedaste callado, con los ojos bien abiertos observando.

Entonces la que lloré fui yo, de emoción, de risa, de nervios, de agradecimiento.

Y sé, desde ese mismo momento, que sólo podré amarte, sin remedio.

Un amor sin condiciones, que todo lo puede, que no descansa nunca, que no duerme, que no termina, que no pregunta, que no se agota, sólo quiere.

Que tu vida es mi meta y tu felicidad mi recompensa.

Que no me faltará el coraje para prepararte hasta que puedas.

Y cuando estés listo, seguirás tu camino con paso firme sin darte la vuelta.

Pero recuerda, no lo olvides, que yo dejaré la puerta abierta y desearé volver a las mil noches sin dormir con tal de tenerte algo más cerca.

Tu tiempo es mi bandera.

Para ti mi vida entera.

 

Dedicado a todas las madres del mundo.

 

10 comentarios
  • Angie
    junio 9, 2018

    Ufffff es Brutal Sabi cada día estoy más convencida: no pienso quitarme el DIU, no voy a tener mas hijos por mucha felicidad que después den!
    Yo me siento mayor y me estresa tener a los hijos de mi marido nuevo imagínate un bebé con lo que supone un bebé!!
    Tú eres feliz aunque estes pasando esta etapa dura de ser mamá y después de los 40 que parece que estamos más cansadas y que tenemos otro hijo más mayor, trabajo responsabilidades .. que te voy a contar a ti
    Te quiero amiga y eres FELIZ aunque esta etapa es tela de dura!!

  • Kika
    junio 9, 2018

    Real como la vida misma. Maravilloso como escribes sabina

    • Sabina
      junio 13, 2018

      Bsos amiga! Alegria de leerte.

  • Isabel Rodríguez
    junio 9, 2018

    Me encanta como defines esos momentos por los que hay que vivir, muchas obligaciones que son solo tuyas pero tanto amor del qué nadie más que una pues dar!! Toda una escritora estás hecha!! Besoss

  • Mer
    junio 10, 2018

    Me encanto … gracias por saber expresarlo tan resl como la vida misma .

    • Sabina
      junio 13, 2018

      Gracias a ti por leerlo!

  • Cecilia
    junio 11, 2018

    Querida Sabina, gracias por enviarme tu relato. Tan real en la vida de muchas mujeres. Me ha encantado. Espero que te encuentres bien. Muchos besos para ti y tu familia.

    Cecilia.

    • Sabina
      junio 13, 2018

      Cecilia gran alegria de leer tus palabras. Siempre en mi corazon. Los dos. Un gran beso!

  • Carmen
    junio 12, 2018

    Guauuu Sabina como escribes que maravilla y que verdad tan grande, un beso muy fuerte Gracias por compartirlo.

    • Sabina
      junio 13, 2018

      Bsos amiga. Tu tambien en la trinchera.

Responder a Sabina Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *