No me gustan las despedidas.
Ni los finales que no son felices.
Ni los cambios: el cambio de estación, el cambio de hora o el cambio de armario.
Ni las mudanzas: a ver dónde están ahora los edredones.
Ni que el verano termine.
Ni las fiestas que se acaban. O el final de las terrazas.
Ni que se haga tan de noche cuando aún es tan de día.