Hay una calle que me recuerda a ti.
Es la calle donde nos conocimos.
A veces vuelvo, me paro y pienso cómo éramos.
Allí se ha parado el tiempo.
En nuestra calle no hay arrugas, no se nos cae el pelo, seguimos solteros y nos estamos conociendo.
Allí solo hay ganas de vernos. De comernos todo el tiempo, de recorrernos cuerpo a cuerpo. Sin fisuras.
Allí todo es nuevo, estamos de estreno y vamos con lo puesto, con buenos deseos.
Nos presentamos con lo mejor que llevamos dentro.
Partimos de cero.
Paso a paso.
Despacio y a veces, corriendo.
Todo es sueño.
Nos contamos secretos.
Los dos estamos de acuerdo.
Nos gustamos y no vemos defectos.
No hay peros, no hay pereza.
Nada es un problema. Y yo te juro que vuelo.
No hay mentiras. Sólo verdad. Y tu verdad y la mía van de la mano.
No nos enfadamos, no nos cansamos.
No nos distraemos.
Nos admiramos, nos aprendemos, nos juramos hacernos juntos viejos, así pasen 100 años en lo malo y en lo bueno.
Allí prometo esperarte siempre y no perdérmelo.
Una sola habitación y nos sobra espacio.
Y cuando llego, hay velas encendidas, música de fondo y no pasamos ni de la puerta y allí, en la misma entrada, nos da la noche entera hasta que se derriten las velas.
Cuento los días a ver si pasan ya hasta que vuelvo a tu calle, que ahora también es un poco la mía.
Vernos-despedirnos-echarnos-de-menos-vernos, el ciclo preferido de mi vida.
Y los besos, los besos de bienvenida o los de las despedidas. No sé cuál es más desproporcionado, ni cuál meterme en el bolso de regalo.
Queremos hacernos un tatuaje. Es lo que da esta calle.
Yo grabaría nuestras iniciales en mi sangre.
Porque en este lugar te quiero querer a hierro.
Y es inevitable que hagamos el amor en el garaje porque pueden más las ganas o el coraje de tenernos que despedir en una cama.
Y nos da igual salir un martes y cenar un Gin Tonic con tal de estar juntos, y nos interrumpen los camareros y la carta es lo de menos y nos sobra el resto del mundo.
La noche es caramelo.
Yo viviría aquí toda la vida. En los comienzos.
En el momento de arreglarse corriendo porque hemos quedado o cuando te estoy esperando y estás a punto de aparecer.
Y todo lo que hay dentro me da un vuelco cuando te ve.
Ha pasado el tiempo.
Y de las promesas a los hechos.
Del misterio a nuestro lado más doméstico.
Ahora toca la carne y el hueso.
Y con todos esos besos de mi bolso hemos formado una familia.
Vivimos lo cotidiano, con más de un cuarto, cumplimos un horario, nos turnamos para cuidar de los polluelos mientras el otro respira y nos abate el cansancio del trajín de cada día.
Ahora nos conocemos, nos movemos cómodos en nuestra confianza, roncamos y tenemos defectos.
A veces nos cuesta reconocernos.
Sabemos que del terciopelo al ring boxeo sólo hay un paso.
Y en vez de salir pitando, procuramos buscarnos.
Ahora aprendemos a templarnos, a no ser dos incendiarios, a perdonarnos cada asalto.
A amarnos con más fuerza.
Y me sorprendo.
Porque soy capaz de quererte más y más allá de un comienzo.
Así pasen los años que achicharran, yo te quiero sin fianza. Y desafío el paso que desgasta.
Más que a nada.
Procuro no traicionar un Imperio.
Y ahora cumplimos un año nuevo.
Yo nunca pido salud, ni paz, ni dinero.
Yo siempre pido el mismo deseo: echarte de menos.
Ser capaz de cuidar de ésto: lo nuestro.
Todos tenemos una calle, la calle del comienzo.
Procuro volver de vez en cuando y no vivir muy lejos.
febrero 14, 2019
Madre mía hermana! El mejor regalo de San Valentín y qué afortunado se tiene que sentir de tenerte. Si después de esto no te lleva esta noche a esa calle a cenar, Llámame que te llevo yo! Pura sensibilidad . Te quiero .
febrero 15, 2019
Sabina, eres pura fuerza y tu mejor motor el amor.Colo tu bien dices, todos deberían tener una calle para poder experimentar lo que se sienteSon las 7:00 de la mañana y este ha sido mi mejor despertar. .
PD; Yo tengo un puente. El puente de Triana.
Beso enorme
febrero 15, 2019
Yo podría escribir solo de ti toda la vida. Puentes, acueductos y obra pública, pero contigo. Gracias amigo. Grande!